Menos es más
Daniel Waintrub
Chile ha tomado un protagonismo indiscutido con respecto al crecimiento en el uso de fuentes renovables para la generación eléctrica, sumado a la lluvia de anuncios que declaran cierres de centrales eléctricas contaminantes. ¡Muy buenas noticias, sin duda! Sin embargo, hay toda una línea de trabajo que hasta ahora poco se ha explorado, y que puede resumirse en una frase: “La mejor energía es la que no se consume”. Me refiero a la eficiencia energética.
Toda persona que tenga interés en el cuidado del medioambiente debiese estar feliz por la reciente aprobada Ley de Eficiencia Energética. Esta obliga gradualmente a grandes consumidores de energía a hacer uso de sistemas de gestión de la energía, comprometer metas de reducción de consumo, y básicamente instalar esta conversación como un elemento estratégico de sus operaciones.
Si bien las metas en una primera etapa no mitigarán de manera significativa el impacto ambiental que el consumo energético genera, es refrescante ver la transición hacia un nuevo estado de preocupación y cuidado por el uso de nuestros recursos. Los cambios en base a la voluntad propia son deseados y positivos, pero hemos sido testigos en múltiples ocasiones de que el verdadero empujón que requieren las empresas y personas es crear proyectos legislativos concretos. Lo vimos, por ejemplo, con la Ley Emilia en temas de conducción responsable, y más cerca de la vereda ambientalista, la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (también conocida como Ley REP).
Desde Wenu Work, Empresa B dedicada a implementar sistemas de monitoreo y control de consumos eléctricos desde 2016, hemos sido testigos de un entusiasmo creciente por parte de empresas a implementar soluciones que apunten a la eficiencia energética. La mirada tradicional de evaluar estas iniciativas desde una perspectiva económica (¿cuánta plata me ahorro?) está incluyendo también una perspectiva ambiental (¿cómo esto mitiga mi impacto ambiental?). Lo mejor de todo, es que no son posturas excluyentes. Esa es de las grandes lecciones que nos dejan las soluciones enfocadas en la sustentabilidad y que ya no es secreto para nadie: ¡Lo verde es rentable!
Hemos crecido con la idea de que más es preferido a menos, en todo orden de dimensiones en nuestras vidas. Estoy convencido que este paradigma debe cambiar más pronto que tarde, por el futuro y habitabilidad de nuestro planeta.
Mientras vemos cómo personas y empresas empiezan a considerar elementos de eficiencia, reutilización, y conservación de recursos en su quehacer diario, es hora de hacer propio el “menos es más”.