Informalidad ¿a quién está afectando?
Por Ricardo Délano
Según las últimas cifras de la Encuesta Nacional de Empleo, hoy ya son más de 913.350 mujeres trabajadoras informales. Este grupo de ocupadas en condiciones precarias, representan casi un 27% del mercado laboral femenino. En el caso de los hombres, ese porcentaje es de 26%, lo que pone de manifiesto que la informalidad es una realidad que tiende a ser más probable que se dé entre las mujeres.
Según las cifras de empleo del INE, las mujeres en Chile alcanzan una tasa de participación laboral de 46,3% -lo que incluye el trabajo informal-, según la misma encuesta, en el trimestre móvil julio – septiembre previo al estallido social, la participación de las mujeres en el mercado laboral era de un 52,9% mientras que los hombres llegan a un 69,1%. O sea, hablamos de cerca de 20 puntos porcentuales de diferencia, ratio que producto de la crisis sanitaria ha repercutido en que retrocedamos como país a niveles de participación de 2010. Esto significa que existen 4.337.420 mujeres que, teniendo edad para trabajar, no participan del mercado laboral, ni como ocupadas ni como personas que buscan un trabajo.
Por otro lado, están las diferencias socioeconómicas: según la Encuesta de Empleo Covid-19 del centro de Encuestas y Estudios Longitudinales UC, en octubre de 2020 un 34,2% de las personas en edad de trabajar, pertenecientes al quintil de ingresos más bajos, se encontraba ocupada; en contraste, la ocupación alcanzaba un 61,6% dentro de las personas del quintil de ingresos más alto. Lo que hace esperable que la empleabilidad de las mujeres sea aun más baja a menores ingresos. En 2020 el Banco Mundial indicó que Chile de mantener las brechas de género en participación laboral y escolaridad, podríamos perder en promedio 11,4% del PIB per cápita en las próximas tres décadas.
Otros datos más alentadores: según un estudio de McKinsey (2015), si los países lograran que las mujeres participaran en la economía igual que los hombres el PIB mundial anual sería 26% más alto el año 2025. En Latinoamérica, el avance de la igualdad de género promovería un incremento de 14% en el PIB.
Estos números que suenan fríos, irreales, distantes, si se consiguieran mediante una política económica de incentivo al trabajo formal, con foco en las mujeres, tendrían un alto impacto no sólo en el desarrollo del país, sino en la vida de más de un millón de mujeres que hoy trabajan de manera informal.